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07.09.2019

La desesperación circula por mis venas. Noto como la sangre circula con más rapidez, como si no quisiera ser atrapada. La realidad me ha golpeado de sopetón, se ha acercado sin darme cuenta y me ha cortado las alas que me mantenían en el cielo. Me avisaron hace unos años que el día que viera la realidad tal y como es me deprimiría. Siempre he sido una chica soñadora. Al principio de mi adolescencia me aficioné a la lectura y a las películas, de una forma u otra me evadía de la realidad. La lectura fue cogiendo tanto protagonismo en mi vida que empecé a escribir, pero me he dado cuenta de algo... Siempre escribo sobre sucesos trágicos, dramáticos y es que es así como me siento. Escribía sobre personajes solitarios, sobre desamores, sobre decepciones. 

Hoy, he caído en esa realidad de la que tanto hablaban, la caída ha sido dura, aún me duele. Quiero volver al sitio donde estaba, quiero volver a tener mis alas, ¡quiero irme ya! El simple echo de respirar duele, me duele todo. Mi mente de tanto pensar en la decepción que me rodea llora por el paraíso que deje atrás y es que he alargado tanto este momento que me duele más que el resto.

Hace tiempo que intento perfeccionar el mundo que he creado en mi mente, los cuadros de pintores famosos, esculturas hechas a mano rodean mi mundo. Me siento en paz ahí, nadie me juzga porque estoy sola. A veces la soledad es lo mejor que te puede pasar. 

No sabéis lo feliz que seria si me fuera para siempre a ese mundo. Ya no me quedan lágrimas, estoy seca. He recurrido a quien recurro siempre, y es que sé que tarde o temprano me responderá. Las miradas de aquellos que pueden juzgarme me penetran con tal frialdad que me congelo, ya no me acuerdo del tacto de la calidez. ¿Dónde estás calidez? Donde estas que te añoro. ¿Qué debo hacer? Por dónde debo empezar, lo veo todo negro. Quiero coger una mochila e irme, irme allá donde nadie me conozca y sepa quien soy. Quiero irme lejos, lejos de aquí, lejos de los ojos habladores. Quiero irme a un monte y dedicar mi vida a él. Quiero irme a un monte y vivir lejos de aquellos que emancipan mis deseos. Quiero irme a un monte para ver si entre tanto silencio logro escucharme. Y es que llevo tantos años gritando sin que nadie me escuche, tantos gritos sin ser escuchados, tantos llantos... 

Vuelvo a sentirme pez fuera del agua, vuelvo a sentirme perdida, ¿quién soy? ¿dónde voy? Estas son las preguntas que acaparan todos mis pensamientos.

Corro escapándome de mi misma, acaso mi peor enemigo ¿soy yo? De tanto correr me paro por el cansancio viendo como mi peor enemigo se va acercando, y cuando se para delante de mí, con mis manos temblorosas le quito la capucha que impide que le vea el rostro... Yo. 

Yo soy mi enemiga. 

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