ABURRIDA

Aburrida. Así es como me siento en estos instantes. No sé qué hacer. No sé qué decir. Simplemente estoy y respiro. Mis pensamientos son abarcados por el pasado y por un incierto futuro. Porque no hay en qué pensar estando en el presente.
Cárcel sin barrotes. Luz sin energía. El canto de los pájaros sin ser sentido.
Todo pasa y nada pasa a la vez.
No sé qué hacer. No sé qué decir.
Miro a mi alrededor buscando algo, tantas cosas y ni una que llame mi atención.
Escribo porque mi voz ha dejado de ser escuchada. Escribo mientras cierro mis ojos y dejo que mis dedos empiecen una danza sincronizada o sin sincronizar (todo es relativo), dejando así que escriban las palabras que les está dictando mi mente y mi alma.
No sé qué hacer. No sé qué decir.
Leo y leo sin embargo esas historias solo logran sacarme de esta cárcel durante un efímero tiempo que desaparece en cuanto mi atención vuela a otro lugar sin importancia.
Mi pasado me reprende la falta de sentimiento con el que lo he vivido. Y mi futuro me reprende la falta de ganas que tengo de hacerlo realidad.
¿Qué hago?
Abro álbumes de fotos para sumergirme una vez más en mi pasado. Abro mi mente para sumergirme una vez más en un incierto futuro.
Mi presente se basa en pensar en lo que ha pasado y en lo que podría pasar.
No hay presente que valga la pena ahora.
Odio la monotonía, sin embargo llevo toda mi vida viviendo en ella. Odio la monotonía y ahora es un constante bucle repetitivo de acciones repetitivas día tras día.
No sé qué hacer. No sé qué decir.
Mi estantería me llama una vez más pidiéndome que me sumerja en ella. Mi alma me pide una vez más que me sumerja en ella.
Mi presente sin embargo me pide que lo viva. Que en un futuro, mi presente que en ese entonces será mi pasado, me reprenderá el no haberlo sentido con más intensidad.
Y puede que lo estés entendiendo todo o puede que no estés entendiendo nada, todo depende de si los latidos de tu corazón laten a la son del mío.
Y puede que siempre sea así para entendernos, la sincronización no solo con uno mismo, sino con aquellos que nos rodean.
Y estoy segura de que en un futuro veremos este mal trago como un esporádico capítulo de nuestra larga o corta vida.
Pero hasta entonces, nuestro presente nos implora vivirlo y sentirlo con el aprendizaje que nos va dejando el destino por el camino.