EXILIO

17.08.2021

Lo había encontrado. Lo había conseguido. Encontró su hogar. Encontró su sitio. Ahí supo que no hacían falta ni personas ni sentimientos a medias, que ninguno debería conformarse con ellos. Solo hacía falta el sitio adecuado y la madurez adecuada para poder ver dónde está el sitio al que perteneces. 

Mientras los últimos rayos de luz acariciaban los bordes de las montañas que rodeaban esa pequeña cala, ella sentía que era el pequeño ser más feliz del mundo. Sintió que la emoción que le crecía en el vientre subiéndole por el cuerpo hasta expresarse por sus ojos, era insuperablemente la mejor de las emociones.
Ella era un pequeño ser de una gran ciudad. Una ciudad llena de pequeños seres que pese a estar rodeados unos de otros, todos estaban solos.


Esa mañana al despertar, se propuso ir, ir hacia donde el poco viento que surcaba los cielos la llevara.
Cogió el pequeño coche al que ella nombró escarabajo y emprendió su pequeña escapada que ese día acabaría siendo la escapada de su vida.
Bajó todas las ventanillas para poder sentir el mundo en su esencia. Mientras encendía la radio dejó que el destino escogiera la banda sonora que la acompañaría en esa dulce escapada.
Se puso sus gafas de sol y mientras se quitaba el vestido de estampado floral que se puso al salir de casa cogia un lapiz de color azul que vio tirado por el coche para poder hacerse un intento de moño.
Era una manía que tenía en épocas tan cálidas como lo era ese día. Siempre acababa en ropa interior dentro de ese diminuto vehículo.
Arrancó "escarabajo" y emprendió la aventura. Condujo y condujo. Parándose cuando quería pararse para poder apreciar algún paisaje digno de ser visto y apreciado y conduciendo a toda velocidad cuando la vista no era lo único que quería sentir.
Cuando sintió que sus pies no podían aguantar mucho los estragos de la conducción detuvo el coche en el aparcamiento de una estación de descanso, subió las ventanillas, se vistió su peculiar vestido floral, se puso su sombrero de paja, el cual le recordaba el viaje que hizo donde lo compró, se puso su mochila en los hombros y empezó a caminar.
Solo la rodeaba el verde y de alguna forma u otra, ese verde representaba la esperanza para ella, la cual llegaba al final de todo ese camino de esperanza.
Cuando sintió que la arena del suelo era cada vez más clara y más blanda supo que había llegado.
Siempre tuvo afición por el mar. Le decían que era como una sirena desterrada y exiliada de su hogar para vivir con simples terrestres.
Lo había encontrado. Lo había conseguido. Encontró su hogar. Encontró su sitio. Ahí supo que no hacían falta ni personas ni sentimientos a medias, que ninguno debería conformarse con ellos. Solo hacía falta el sitio adecuado y la madurez adecuada para poder ver dónde está el sitio al que perteneces.
Unos deciden pertenecer a personas. Otros deciden pertenecer a recuerdos pasados, o a sueños futuros.
Ella decidió pertenecer a esa pequeña cala desierta donde su nombre fue escrito mucho antes de que ella fuera descubierta en este mundo.

© 2018 Blog de Escritos. 
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar