SOMOS NOSOTROS

Árboles es lo que ven mis ojos. Al levantarme una brisa fresca y natural invade mi cara y mi cuerpo. A cada paso que doy, más feliz me siento. Veo como familias de chimpancés juegan con sus hijos. Veo como cocodrilos pasean por sus aguas. Veo como pájaros vuelan sin miedo alguno. Veo como los peces en el mar nadan sin el constante miedo de saber si serán los próximos que serán pescados.
Veo como osos viven en armonía con sus crías. Veo como abejas tienen sus enjambres sin que ningún hombre las explote para conseguir su miel. Veo como ciervos corren, pasean por el bosque sin ser vistos como una diana a la que disparar y cazar.
Sigo caminando, viendo como todos hacen sus vidas, es tan bonito. No hay rastro de hombres ni mujeres.
Veo bosques completos sin ser arrancados del cuerpo de su madre, veo a madres cubiertas por sus hijos sin estar desnudas para que escarben en ella a más no poder haciendo así que todas las especies que vivían en ella se vayan o mueran.
Veo como el agua de los ríos y de los mares es cristalina, limpia. Un agua sin petróleo, un agua sin basura humana, un agua sin animales marinos muertos por la toxicidad de los elementos que lanza el hombre al mar.
Al llegar al polo norte, veo hielo a radiales, Veo como osos polares juegan con sus crías. Veo como focas nadan sin tener que ser el payaso de turno nadie. Veo como pingüinos no son llevados a zoos para ser el entretenimiento de nadie.
Mientras a lo lejos veo como la familia de osos polares juegan, todo empieza a cambiar. El cielo oscurece. Cuando llevo mi vista de vuelta a la familia, solo veo a un miembro de esa familia. Es uno que está en sus últimos días, uno que está en los huesos. Al subir la vista para ver esas grandes cantidades de nieve, ya no están. Han desaparecido.
Presa del pánico, empiezo a reanudar mi camino por donde vine. Paso por donde estaban los pingüinos, pero lo que veo me deja sin palabra alguna en mi boca.
Veo hombres que disparan sedantes a pingüinos para meterlos en jaulas. Veo como los demás corren intentando salvarse. Veo como una cría intenta acercarse a su madre yacida en el suelo.
Al recobrar la conciencia me acerco a los monstruos que están haciendo tal barbarie.
Empujo, grito, hablo, lloro pero mis quejas no son escuchadas por nadie. Empiezo a asustarme. ¿Dónde está el mundo que deje atrás? ¿Ese en el que el simple hecho de respirar te daba una paz interior descomunal?
Corro, en busca de esas focas felices, pero veo como un barco les está cazando para conseguir sus pieles. Sangre es lo que tiñe el agua, gritos son lo que escucho.
Sigo corriendo con la respiración ajetreada. Llego a una parte montañosa donde dejé esos grandes árboles, pero ya no hay árboles. Hay minas y mineros en busca de minerales. Veo fábricas que desprenden un humo que va directo al cielo y lo cubre de un gris oscuro. Veo como dos veintenas de hombres y una docena de máquinas arrancan árboles. Veo como esas familias de chimpancés intentan salvarse, unos no lo logran, unos intentan ayudar a sus hermanos. Muchos dejan sus vidas en esa guerra contra la especie más peligrosa del planeta.
Al llegar al mar, veo como una ola trae una botella de plástico que acaba a mis pies. Empiezo a analizar mi alrededor, Veo como barcos "pesqueros" lanzan latas y latas de líquidos tóxicos. Veo como una ola trae a tres niños pálidos, muertos. Veo como una tortuga camina con gran dificultad por la arena, ya que tiene un plástico que la rodea entera haciendo así que el simple hecho de caminar le sea un gran reto.
Sigo caminando y llego a un pueblo, a un pueblo donde cogen a toros de sus sitios de esclavitud para luego llevarlos a un espectáculo donde la principal diversión es ir clavando espadas al toro hasta que muera.
Sigo caminando y llego a otro pueblo donde cazan a cachalotes para matarlos delante del público.
Camino y me paro al ver como una persona que está en contra de estos actos discute con una persona que los apoya. "Esto es cultura" dice la mujer que apoya estos actos atroces.
Sigo caminando hasta llegar a una zona de guerra donde veo a niños llorar a los pies de sus padres muertos. "Levanta" dice una niña de no más de 6 años a su madre muerta. La niña al no ver respuesta alguna de su madre se acurruca junto al cuerpo de dicha madre y la abraza.
Veo como un niño de 12 años acaba de perder a toda su familia en un ataque y grita y denuncia todos estos actos delante de una cámara.
Veo como niñas deben quedarse en sus casas y casarse a una temprana edad con un hombre con la vida hecha. Con un hombre que les dobla la edad.
Acabo en un callejón, donde tres hombres están abusando sexualmente de una mujer. "Ayuda" grita ella a todo pulmón. Mi primer instinto es correr para intentar ayudarla. Pero siempre es lo mismo. Me obligo a ver todo lo que pasa. Me obligo a ver como uno la viola oralmente, otro vaginalmente y otro analmente. Me obligo a ver como al final la chica sin fuerzas deja que hagan lo que quieran con ella.
Con el corazón encogido, camino fuera de ese callejón igual o más rota que esa chica.
Camino sin rumbo alguno y acabo en un precipicio. No me lo pienso dos veces. No quiero estar en este mundo. No quiero vivir en él. Me lanzo al vacío y mientras pasa ese breve tiempo entre el suelo y el vacío en el que estoy cayendo una paz interior me invade. Muriendo así tranquila y en paz sabiendo que no tendré que vivir más en este horrible mundo y que no seré participe de nada inhumano.
Con esto no quiero que interpretéis que la única salida es el suicidio. Con este relato intento concienciar a la gente de una realidad que se vive día tras día. La persona que narra estos sucesos decide morir, para esa persona esta muerte es liberadora. ¿Habían más salidas? Sí, intentar cambiar eso. No lo conseguiremos ni hoy ni mañana pero lo importante es la constancia. Tal vez muramos y aún no hayamos logrado lo que tanto buscamos pero habremos dejado de ser partícipe de una sociedad asesina, maltratadora, salvaje e inhumana.